lunes, 13 de junio de 2011

El cubo de Palermo

Por Juan Sasturain, en Pagina 12, contratapa.

Aunque parezca el título de una novela de Umberto Eco, no lo es. El cubo de Palermo es apenas (o nada menos que) el intento de descripción de una forma euclidiana, un cuerpo geométrico ideal, un imaginario paralelepípedo regular (así se dice), un dado descomunal y transparente, un cubo hecho de aire y vértigo, espacio puro de tormenta (diría De Santis): el hábitat natural y de caza, el monoambiente móvil, el espacio vital y mortal, el microclima ominoso, the moveable jail dentro de la cual se movió siempre Martín Palermo –animal, fiera noble y persistente, depredador natural, genuino (de genes) nueve de área– durante todos los años de sus tantas campañas.

Lo de campañas suena bien –mucho mejor que carrera o trayectoria– para Martín, el Campeador. Porque hay todo tipo de goleadores: explosivos, aparatosos y calientes, fríos como cirujanos, ocasionales, solapados, incluso furtivos cazadores de sobras y rebotes, minimalistas... Martín es el goleador franco, alevoso, ostensible, frontal y de referencia, el goleador campante. En él, la vocación es (en términos lógicos) anterior al oficio, y lo sostiene, le da ese plus indefinible. Quiero decir: la disposición, la actitud sostenida precede al desarrollo de la aptitud creciente. Y pareciera que la vocación primera no es jugar al fútbol sino hacer goles. Contemporáneamente, y en otro registro de jugador, sólo en Batistuta se da una condición tan radical y definitiva.

Pero, volviendo al cubo, creo que uno de los secretos de la eficacia de Martín a lo largo de tantos años (con picos de excelencia lejanos en el tiempo, pero que no obstante le han permitido mantenerse vigente hasta ahora en este fútbol nuestro), uno de los secretos –digo, y no descubro nada nuevo– ha sido su capacidad (actitud + aptitud) para ofrecerse como potencial receptor, amplio y generoso, sobre todo para el envío aéreo, de sus ocasionales compañeros.

Quiero decir: cuando alguien apto para la habilitación –fuera el Mellizo, Román o Rodrigo en los últimos años– tenía como referencia a Martín en el área, más precisamente “en la Troya”, que le dicen; ya viniera por derecha o por izquierda para tirar centro atrás rasante o pasado a la carrera; ya lo buscase con tiro libre frontal o habilitación vertical en ataque o contragolpe; cualquiera de esos compañeros sabía, sentía, que el Titán no necesitaba la pelota milimétrica en la cabeza o en el pie zurdo. No: bastaba la mínima aproximación.

La experiencia indica que, en sus mejores momentos, el área de recepción útil de Palermo (el espacio en que cada pelota que le llegaba él podía convertir en aprovechable oportunidad de gol) era, aproximadamente, un cubo de algo más de tres metros de lado: entre 27 y 30 metros cúbicos de corazón de área, con él en el centro. Si la pelota enviada por el compañero caía en algún punto de ese cubo imaginario que solía coincidir con el punto del penal o sus inmediatos alrededores, Martín la alcanzaría, le daría, la desviaría hacia el arco y acaso a la red. De cualquier manera.

Por abajo, por arriba, de lleno o pifiado, con la frente, con el parietal derecho, con el izquierdo, con la coronilla, con la rodilla, estirando el pie, con el pecho o el hombro, zambulléndose con las muelas, de taco, con extraña chilena, con una tijera fuera de los libros, de volea de derecha, de izquierda, de puntazo y de puntín, con los dos pies a la vez, colgándose del travesaño, con el culo, con el tobillo, con la cara, con la oreja y el hombro... Y eso, solo o acompañado: no importó nunca si había otros habitantes ocasionales –marcadores, arquero, compañeros– dentro de su cubo de influencia. El iba. Y llegaba, solía llegar. Siempre.

En los últimos tiempos, la precisión y oportunidad de los proveedores de buenas pelotas aprovechables –incluso por él– escaseó a su alrededor y, en general, en su deslucido equipo. En el mismo sentido, es probable que con los años el cubo virtual haya ido disminuyendo en su tamaño. Es evidente que no llegaba tan lejos ni tantas veces a conectar lo que le tiraban. Sin embargo, Martín siempre fue. A eso se refería Bianchi al definirlo como un “optimista del gol”: nunca calculó el porcentaje de posibilidades que tenía de llegar antes de ir.

Eso lo ha hecho un jugador inclasificable (mucho más inteligente que hábil; más serio que loco) y un goleador único, sostenido por una fortaleza física y mental a toda prueba.

Grande, Martín.


Nota original: www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-169986-2011-06-13.html

viernes, 25 de febrero de 2011

Al Grupo

Usás un arma mortal
que va cambiando el azar,
sabés del poder que tiene
y eso es lo que te mantiene.

Acumulaste mentiras
en un plan muy pensado
cambiaste las opiniones
en el presente y en el pasado.

Incentivaste tragedias,
dijiste que era una guerra,
siempre informaste a medias
y protegiste a la mierda.

Los idealistas no mandan
en tu puta realidad,
solo mandan los billetes
y la gran publicidad.

Difamás letras impresas
si en algo anda tu amigo,
manipulás a la gente
y la ponés de testigo.

Escudado en el patriotismo
hiciste gala del nepotismo
y ayudaste al menemismo
para tener más protagonismo.

Si te vinculo con el deporte,
tomaste de rehén a los goles
y pintaste un país bonito
cuando se nos fueron los colores.

Ocultaste datos claves
sobre madres, abuelas y nietos.
Acá al verdadero ladrón,
lo llamamos Héctor Magnetto.

martes, 2 de noviembre de 2010

Escaleras, para llegar bien alto

No todo es blanco y negro

y ningún partido integro.

Uno puede ser anfibio

que siempre te tildarán de "tibio",

pero en la escala de los grises

se encuentran los mejores matices.

Al rescatar cosas de uno

y posar el ojo en otro

te desvían las miradas

y te hacen creer un tonto.

Qué lindo va a ser el día

en que no idealicemos

que todos al polvo iremos

y muertos no lucharemos.

Qué lindo va a ser el día

que valoremos en vida

con errores, con aciertos,

pero con la llama encendida.

El humano no es perfecto

y al error vamos directo

pero que un proyecto prevalezca

hará que este país crezca.

Si todos corremos al mismo

si todos tememos al sismo

por qué no aceptamos del todo

al humano kirchnerismo.


Pablo Pilanski.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Ecuador

En este momento en Bs. As. nos encontramos cercanos a las 20hs, pero no importa mucho lo que pasa aquí, por lo menos hasta dentro de dos horas, cuando se reúnan los mandatarios de los países pertenecientes a la UNaSur.
Decía que no importa mucho lo que pasa en la ciudad de la furia, sino que los ojos están puestos en Quito, donde se libró desde esta mañana un intento de GOLPE DE ESTADO al gobierno nacional y popular del Presidente Rafael Correa. Realmente no pretendo informar, pretendo opinar.
En Argentina les decimos GORILAS, pero con su nombre local están repartidos en toda latinoamérica, esta vez atacaron en Ecuador, tomaron como excusa el descontento policial, generado por la desinformación de los medios dominantes, y secuestraron al Presidente de la República y declararon el estado de excepción.
No es casualidad, en los últimos cien años de la historia de América latina los ejemplos sobra, la oligarquía y los sectores políticos relacionados a ella, de pensamiento liberal, a falta de votos, mandaron las botas a que respondan. El pueblo encaminado a la liberación fue reprimido y se guardaron las urnas, para que los dueños de todo controlen el poder político, que habían perdido.
Y así estamos, año 2010 y golpes de estado, estamos esperando que Obama se pronuncie en contra, y seguiremos esperando parece. Y el pueblo sale a las calles, y la policía demuestra que no responde a él, sino a los poderosos. Y lo mismos de siempre, quieren tomar el gobierno por la fuerza, para no ceder ante los proyectos de igualdad y liberación nacional.
En pocas horas habrá una asamblea de la UNaSur y esperemos que todo se resuelva positivamente para los que apostamos a la democracia y al pueblo.

(no sé qué opinará P.P.)

sábado, 29 de mayo de 2010

El pueblo quiere saber de qué se trata

Desde aquí vamos a analizar noticias, desde la perspectiva de cada uno, y que cada uno piense lo que quiera...